Situar Danza en la Cúpula
A lo largo de 2023, se programaron en la Cúpula del Centro Cultural Kirchner catorce actividades de danza originadas en diversas provincias de nuestro país y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estas propuestas fueron parte de una selección realizada a través de la Convocatoria Federal Situar Danza, lanzada desde la Subsecretaría de Gestión de Espacios y Proyectos Especiales del Ministerio de Cultura de la Nación. La iniciativa recibió más de 640 propuestas, seleccionando un total de 57 obras y actividades de danza que fueron programadas en las salas del Centro Cultural Borges, Tecnópolis y el Centro Cultural Kirchner, a través de la curaduría del equipo de asesoras en danza de dichos espacios. De este modo, el área de Artes Performáticas puso el acento en favorecer el acceso de un amplio público a las danzas, garantizando una programación que dio cuenta de una pluralidad de movimientos artísticos de todo el país
Durante los sábados de Situar Danza, la Cúpula del Kirchner recibió a un total de 1875 espectadorxs que se acercaron para vivir una verdadera fiesta del movimiento. Cada montaje convivió con la arquitectura vidriada del espacio, sus variaciones de luz y su piso de madera ideal para que los elencos desplegaran sus obras. Los proyectos presentados allí fueron describiendo un recorrido de imaginarios en donde la corporalidad desplegó sentidos y poéticas que enriquecieron las maneras de percibir y compartir la danza y la performance.
En el mes de marzo, la obra Blanco Prueba I, dirigida por Valeria Martínez, inauguró la temporada de danza con un dispositivo de instalaciones performáticas que buscó poetizar la afección de los materiales y los cuerpos por el hacer del tiempo.
Luego en marzo, aprovechando la iluminación natural del atardecer en La Cúpula se presentó la obra Bang Bang, un solo de Marina Quesada que se basó en una profunda búsqueda acerca de la corporalidad sonora, del grito hecho gesto o del sonido hecho movimiento. Su danza se desarrolló como “un extraño mapa en el que podrían leerse las cuestiones humanas como vestigios urticantes de un pasado que insiste en volver presente”.
En abril tuvo lugar la obra Lágrimas de kerosén, de otredades e incomodidades responsables de Federice Moreno Vieyra y Michel Cappelletti, obra en la que bailar implicó “migrar en estado de ficción, mover signos, textos y sonidos para friccionar nuestra humanidad”.
También en abril se desarrolló una experiencia de práctica compartida con Contact Cuir, guiada por Mavi Ribera y Micael Ferraris, que propuso ampliar desde una perspectiva Cuir el lenguaje de las danzas de Contacto-Improvisación, basadas en el movimiento a partir de puntos móviles de contacto. La práctica se convirtió en un enorme y festivo encuentro que, a través de la danza, se preguntó por la vinculación entre la identidad de género/orientación sexual y las prácticas artísticas.
En mayo se presentó El silencio, de la provincia de Córdoba, dirigida por Cipriano Pitt y Cecilia Priotto. Esta propuesta reversiona la paradigmática obra coreográfica La siesta de un fauno, de Nijinsky con música de Debussy. En esta puesta realizada en el Kirchner, “el cuerpo, desde el contacto con la naturaleza, evoca al deseo como motor humano”.
A su vez, en el mes de mayo se llevó a cabo el festival Proyecto Ballena 2023: democracia e imaginación política. En el mismo se realizó una función de Sal, una fórmula mágica para el dolor, de la provincia de Entre Ríos, dirigida por Victoria Roldán y Floriana Lazzaneo. A través de una propuesta performática inmersiva e interactiva entre artes audiovisuales, artes electrónicas, danza y música, la obra planteó una conexión poética entre tres escritoras contemporáneas: Alfonsina Storni, Violeta Parra, Alejandra Pizarnik.
En el mes de junio tuvo lugar, desde la provincia de Salta, la obra Error 1 o cómo consagrar 149 hojas que ni mi vieja va a leerlas, de Christian Damián Tévez. El proyecto indagó en distintas estrategias performáticas que le permitieron a su director e intérprete “consagrar” su tesis de graduación en danza en la carrera que cursó en la Universidad Nacional de las Artes.
También en junio se presentó la obra Diego y Ulises, del Colectivo Ficción Física proveniente de Rosario, provincia de Santa Fe. Esta obra, que posee una trayectoria de más de doce años a través de distintos festivales nacionales e internacionales, está inspirada en el universo cinematográfico de Gus Van Sant. Abordando la comunicación física entre dos jóvenes, se desarrolla una relación alimentada por lo que les ocurre en el tiempo presente, con una simpleza que se vuelve intrigante y enigmática. Desde esa co-presencia podemos ver que emerge entre ellos tanto lo inexplicable como lo más básico de nuestra humanidad.
En el mes de julio, se llevó a cabo una función de una obra proveniente de Bahía Blanca: El Caballo Imposible, del grupo Pez Dorado, con dirección de Rosina Gungolo. La obra toma como disparadores al caballo y al gaucho argentino, realizando un giro poético sobre la tradición argentina y sus arquetipos. Con un lenguaje anclado en el teatro-danza, la propuesta presentó una aventura situada en el paisaje pampeano.
También en julio, dentro del marco de las Vacaciones para Armar, se desarrolló JamTe, un taller coordinado por Marisa Fernández. Distintas familias con niñeces y personas adultas se encontraron para trabajar sus vínculos a través del movimiento y la danza, bailando juntxs en un tiempo presente.
En el mes de agosto, se situó en la Cúpula la obra La madriguera o cómo escapar hacia adentro, un proyecto procedente de la provincia de Córdoba, con dirección y coreografía de Cristina Gómez Comini. La propuesta se inspiró en las sensaciones y conflictos de una adolescente encerrada en su habitación y rodeada de tecnología. A través de la imaginación y la danza, sus emociones se transforman en un viaje fantástico hacia los orígenes; “un recorrido introspectivo y retrospectivo hacia la pulsión primigenia de la vida y la conexión profunda con la naturaleza”.
El ciclo de programación cerró en septiembre con las últimas dos actividades. La primera fue la Conferencia Performática: ¿Qué es el Contacto Improvisación?, con dirección de Cristina Turdo y Paula Zacharías. La obra tuvo como objetivo contar, a través de textos y movimiento, de qué se trata esta vertiente de danza iniciada hace 50 años por bailarines y artistas que buscaban cuestionar los preceptos de la danza escénica y académica del siglo XX. Entretejiendo la palabra hablada, la música en vivo y el gesto moviente, la propuesta desplegó “una danza sutil y atenta a la potencia del acontecimiento presente”.
El ciclo Situar Danza en la Cúpula finalizó con la presentación de Enquilombar, una obra de danza contemporánea del Colectivo MAMBA (provincia de Córdoba). La investigación de esta propuesta estuvo atravesada por narrativas sobre los cuerpos racializados, apropiándolas y transformándolas en una acción colectiva. Con una corporalidad que indagó en las raíces de los pueblos originarios y afrodescendientes, el grupo construyó una danza cargada de deseo, vitalidad y lucha.
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