El porvenir: conexiones generacionales, teatro y futuro

En junio, se estrena El porvenir, una comedia de teatro musical escrita y dirigida por Gastón Marioni que narra la historia de cuatro vecinos que deben abandonar el viejo edificio en el que viven y se unen para enfrentar la incertidumbre y el desafío que les plantea el futuro.
La propuesta forma parte de un concepto que atraviesa este año la programación del Palacio Libertad - Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, orientado a abordar el concepto de conexiones como modo de pensar la construcción de comunidad.
Según explica el director y dramaturgo Gastón Marioni, “cuando se comunicó conmigo la directora del centro cultural, Valeria Ambrosio, me comentó que junio sería el mes de las conexiones de su programación artística y eso me llevó a pensar cómo se conectan las distintas generaciones. Yo tengo 47 años, estoy próximo a llegar a los 50, pienso nostálgicamente en los 20 y también cómo serán los 80, de curioso que soy y de preocuparme, en el sentido de que necesitamos pensarnos para protegernos. ‘Conexiones’ en mí derivó en ‘generaciones’, por lo que al empezar a trabajar elegí personajes de cuatro franjas etarias que hoy conviven: la de los baby boomers, la de la Generación X, la generación milenial y la centenial, que hoy tendrían aproximadamente 80, 60, 40 y 20 años respectivamente”.
¿De qué se trata El porvenir?
Ante una situación, por supuesto ficcionada, El porvenir ya desde su título guarda un enclavado metafórico de cómo será y cómo se construye un mañana, en este caso en medio de tiempos digitales, de mucha adversidad exterior y de tanta violencia. Es un mañana que aún estamos construyendo, claro, y en realidad todavía no sabemos cómo será; en lo personal, espero que prevalezcan las buenas intenciones.
En la obra, Alicia, Darío, Ivana y Braian son cuatro vecinos que comparten una propiedad horizontal que las autoridades han decidido demoler, porque van a construir una ruta de circunvalación. Un buen día les informan que van a expropiar el edificio y ellos entran en la incertidumbre de no saber adónde irán a vivir. Lo interesante es cómo se comunican estas cuatro generaciones en un mismo diálogo, para no quedar aislados desde el lenguaje. Así como Alicia sigue hablando de la Pastalinda y Braian habla del cringe y de lo supercool, la idea es ver ese choque lingüístico que, al mismo tiempo, apela al encuentro generacional.
Más allá del lenguaje y de lo emergente que tiene la situación, algo que voy creando desde la dramaturgia tiene que ver con la cuestión mamífera que tenemos los humanos: necesitamos una mano, una caricia, un contacto, una respiración que suene cerca. El porvenir va por ahí.
Una vez desarrollada la idea, ¿cómo fue elegir el elenco?
Fue apasionante, complejo y, en cierta medida, desesperante, porque no abundan actores y actrices de 80 años que puedan cantar y moverse al máximo en vivo, que además sean prestigiosos y profesionales. Había algunos nombres dando vueltas y tuvimos la bendición de que María Rosa Fugazot aceptara uno de los papeles . La admiro desde que protagonizó Chicago, haciendo de Mami Morton, nunca había trabajado con ella, y me vuelve loco la oportunidad de tenerla en la obra, ya que es realmente un ícono de nuestra televisión y de nuestro teatro.
Por otro lado, tenemos a Miguel Habud, artista superprofesional y talentoso, quien fue uno de los primeros que pensamos para su papel. Después, para los más jóvenes, elegimos a Mariú Fernández y Alejo Caride, dos actores y cantantes que vienen construyendo carreras increíbles, que representan las edades de sus personajes y, en un punto, rompen la idea de la ficción: ellos podrían ser esas personas, y de hecho juegan todo el tiempo a salir de la escena.
Junto con los actores y actrices, la obra cuenta con música en vivo. ¿Qué nos podés detallar al respecto?
Efectivamente, es una obra de teatro musical con escenas habladas, hay cuadros musicales y hay también alguna sutil coreografía. La música original fue creada por Hernán Matorra, que también hace los arreglos vocales, toca el piano y está acompañado en el violoncello por Mariana Levitin.
El equipo de producción se termina de completar con tres grandes creativos que me acompañan: Claudio del Bianco en el diseño de luces, Alejandra Robotti en vestuario y Juan Camargo en la escenografía.
¿Qué te produce trabajar en el Palacio Libertad con una obra de tu autoría?
Había venido en otras ocasiones con espectáculos previamente concertados en giras, pero no aún con un estreno. Es un lugar bellísimo, con una infraestructura envidiable, y no hay artista que haya pasado por acá y no mencione lo bien que somos tratados. No me refiero a las gestiones, sino a sus trabajadores, desde la producción hasta el último técnico. La calidad humana en el centro cultural es de otro mundo y eso es algo muy valioso para poder trabajar en buenas condiciones.
Como director, estoy muy orgulloso y honrado de que Valeria Ambrosio y Pablo Silva me hayan convocado para hacer un musical. Agradezco mucho el desafío y estoy muy ilusionado, porque nunca había producido algo desde el interior del centro cultural: lo mínimo que puedo hacer es dar lo mejor de mí. Tenemos por delante seis funciones y espero que el público nos acompañe en todas.
El porvenir se presenta en la Sala Argentina, del 13 al 22 de junio, con funciones los viernes y sábados a las 20 h y los domingos a las 19 h.
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