Un ciclo de conciertos para enamorarse
El centro cultural presenta el nuevo ciclo Tardes de boleros, que abrió con el concierto de Sergio Pángaro. Un recorrido por la historia del ritmo sentimental que nació en el Caribe y se escucha en todo el mundo.
¿Quién no se emocionó con los boleros? ¿Quién no cayó rendido bajo el dulce influjo de sus letras sobre amores desgarrados? ¿Y quién no ha escuchado alguna vez a Luis Miguel interpretando algún bolero de Armando Manzanero? ¿O a Chico Novarro, María Martha Serra y Estela Raval?
Desde marzo, se presenta el ciclo Tardes de boleros, que se realiza en el Salón de Honor para disfrutar de canciones de amor y de repertorios que conjugan pasión y sensibilidad, dedicado al género que atravesó América Latina, y que marcó con sus letras sentimentales, melodías dulces y ritmo cadencioso a cada una de las ciudades donde tocó tierra. Abrió con Sergio Pángaro y sigue en abril con Rocío Igarzábal. En mayo habrá un nuevo artista invitado.
Digámoslo de entrada: el bolero ha cautivado a varias generaciones enteras con su romanticismo y melancolía. Nació en las calles de La Habana, influido por la música española y africana, y se popularizó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En sus inicios, era interpretado por tríos de guitarras y voces, con letras que hablaban de amores perdidos, desamor y nostalgia.
En la década de 1930 el bolero se expandió por toda Latinoamérica, llegando a México, Puerto Rico, República Dominicana y a otros países de la región. En México fue adoptado por grandes creadores como Agustín Lara y Consuelo Velázquez (autora del icónico “Bésame mucho”), quienes le dieron un toque más romántico y pasional.
Hubo una velada rivalidad entre el bolero cubano y el mexicano en la conquista de mercados. En Cuba, se caracteriza por sus letras románticas y melancólicas, así como por su ritmo lento y suave. Artistas extraordinarios como Benny Moré y Dámaso Pérez Prado han sido algunos de sus representantes más destacados. A su vez, el bolero mexicano tiene una influencia más marcada del mariachi y de otras tradiciones. Es más melódico y alegre en comparación con el cubano, y ha sido compuesto e interpretado por figuras como Armando Manzanero, Javier Solís, José José y Paquita la del Barrio.
Aunque existen diferencias claras, la rivalidad entre el bolero cubano y mexicano es más bien una cuestión de preferencia personal. Ambos han contribuido a la historia de la música latinoamericana.
En la década de 1950, el bolero se popularizó aún más con la llegada de Lucho Gatica, Los Panchos y Olga Guillot, quienes llevaron el género a nuevas audiencias en el mundo. El bolero también tuvo una época de oro en la música contemporánea, con artistas como Julio Iglesias, Rocío Dúrcal y Luis Miguel –con su serie de discos Romances–, que lo divulgaron en todo el mundo a través de nuevas versiones de clásicos.
En Argentina, el género también pegó fuerte. Lo popularizaron voces inolvidables como las de Daniel Riolobos, Estela Raval, Dany Martin, María Martha Serra Lima y Roberto Yanés. También hubo enormes compositores como Chico Novarro y Mario Clavell.
No es menos curiosa la historia de los hermanos Homero y Virgilio Expósito, extraordinarios creadores de tango, quienes probaron suerte componiendo un bolero que llegó a Cuba y desde ahí se propagó por todo el continente: el hoy clásico “Vete de mí” fue grabado por Bola de Nieve, Caetano Veloso y Diego El Cigala, entre cuatrocientas versiones.
En 2023, el bolero dio un paso más en su conquista global: fue declarado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
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