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La derecha o los derechos

Debates, Noticias, Proyecto Ballena

En la tercera jornada del Festival Democracia e Imaginación Política en América Latina se realizó la charla-debate ¿Cómo radicalizar las democracias?, un encuentro para intercambiar ideas acerca de la construcción de proyectos políticos que interpelen a las mayorías populares. Por Lucía Gerez


La periodista Gabriela Pepe ofició de moderadora en una tarde a pura política en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, protagonizada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y la dirigente política brasileña Manuela D’Ávila.

La charla atravesó diversas temáticas: el crecimiento de las nuevas derechas, la política económica, la crisis global del capitalismo, las big techs y el lugar de los movimientos de mujeres en la política actual.

Pepe inició el diálogo con la pregunta: “¿Qué propuestas le pueden hacer los proyectos populares de nuestra región a lxs trabajadores que hoy se sienten interpeladxs por los discursos de derecha?”

Manuela D’Ávila tomó la palabra para manifestar que vivimos una crisis muy larga en la cual “pensamos la política desde una dimensión absolutamente local, olvidándonos que la crisis que el mundo enfrenta es internacional”, y puntualizó que “desde 2008 el capitalismo no logra construir salidas a la crisis global, que es una crisis del sistema, pero también ambiental, con cambios profundos en el mundo del trabajo y atravesada por las guerras”. En este sentido, consideró que los países dominantes buscan llevarnos nuevamente a una condición de dominados, ayudados por los sistemas políticos de las élites de nuestros países.

En la misma línea, Axel Kicillof afirmó que “estamos transitando una crisis del capitalismo global, que es una expresión muy aguda de que algo va muy mal en la organización del sistema capitalista, tanto en su fase financiera como de la estructura del capitalismo en términos de la organización global de la producción”.

Con respecto a un proyecto político que interpele nuevamente a las clases populares, D’Ávila consideró que “a veces desde la política institucional nos olvidamos lo que es vivir como una trabajadora en países como los nuestros. Mujeres y hombres no se reconocen en la política porque no logramos conectar con los problemas reales, y eso genera un vacío de identidad en un mundo donde ciertos usos de la tecnología hacen que las opciones de la extrema derecha aparezcan amplificadas”.

Por su parte, Kicillof planteó que el auge de estas expresiones de ultraderecha es multicausal y representa varios fenómenos posibles, que no responden a una demanda en particular. “Deberíamos empezar a comprender qué conjunto de necesidades y temas de representación o desrepresentación están expresados en estas figuras”. Más allá de esta apreciación, el gobernador sostuvo que, en el caso argentino, el crecimiento de la extrema derecha en la política expresa bronca y frustración social pero “no está representando un giro a la derecha en la sociedad”.

Por otra parte, recordó que “veníamos de una etapa de relativa estabilidad en América Latina, lo que dimos en llamar ‘década ganada’, con los gobiernos de Lula, Néstor, Cristina, Chávez, Rafael, Evo, Pepe”, pero que sobre esta etapa aún falta bastante análisis y detalle en su caracterización como proceso en conjunto: “De qué se trató exactamente, qué pasó en Latinoamérica, cuáles fueron las políticas, cuáles son las conclusiones: todo eso todavía no está escrito”.

D’Ávila sostuvo que la paradoja de la democracia radica en que quienes defienden políticas que benefician a las clases populares aparecen como defensores de un sistema que no resuelve los problemas de la gente. “Ante los ojos de la gente defendemos el sistema que es el responsable por la situación terrible que viven, y la derecha, que es responsable de ese sistema que hace que la gente tenga hambre, que se naturalice el hambre, una derecha que naturaliza que Europa hoy prohíba socorrer embarcaciones con migrantes, esta derecha aparece (en los discursos) en contra de su propio sistema”.

Kicillof, agregó, al respecto, que la paradoja es que hoy “las fuerzas transformadoras y rebeldes aparecen como conservadoras” porque “buscan conservar el Estado”. Estas fuerzas “hablan de las cualidades positivas de la situación, en contraste con (discursos que proponen) una disolución de determinados instrumentos, que en el fondo es la disolución total del Estado-nación. Esa es la discusión”. Y ejemplificó: “En Argentina somos parte de una fuerza política que planteó la reindustrialización, porque nos estaban dejando afuera los países centrales. Ahora los que están desindustrializados son Estados Unidos, Inglaterra y Francia porque deslocalizaron toda la producción en el sudeste asiático, teniendo enormes déficits comerciales”.

El gobernador bonaerense, además, habló de la rebeldía: “¿Qué es ser rebelde hoy? Las mismas políticas que aparecen en las plataformas de los Macri, las Bullrich y los Milei, como la salvación del problema, son las que produjeron esos problemas en los noventa”. Y detalló, volviendo al contexto latinoamericano y las experiencias de los gobiernos populares: “Una de las claves más fuertes de esos gobiernos es que fueron también producto de una crisis, la de las políticas neoliberales. Producto de esa crisis se generó un sentido común, una comprensión, determinadas sensibilidades que posibilitaron gobiernos que vinieron a oponerse a los poderes que habían gobernado generando esa crisis. Y esos gobiernos tuvieron una actitud rebelde: de hecho, fueron tan rebeldes que se pelearon, disputaron y confrontaron con los poderes realmente poderosos: el Fondo Monetario Internacional, los grandes conglomerados extranjeros, los organismos multilaterales de crédito”.

“Ser rebelde no es ir al Llao Llao con los empresarios más ricos de la Argentina, que te sirvan un whisky, te den una palmadita y te digan ‘andá, muchacho’. Yo entro al Llao Llao y me sacan a patadas”. Y subrayó: “Hoy la posibilidad de transformar es establecer de nuevo algunas certezas sencillas: dónde reside el poder, qué significa enfrentar al poder, cómo se lo enfrenta en favor de las mayorías populares. Cosas que hasta hace poco eran obvias y hoy ya no tanto”.

Tomando otro de los ejes de la charla, Pepe consultó acerca de la relevancia de los movimientos de mujeres en esta idea de una nueva democracia ampliada.

D’Ávila planteó que “el poder es algo muy masculino, es un ejercicio muy relacionado con la sociedad que tenemos. Cuando imaginamos la radicalización de la democracia, tenemos que saber que hay que cambiar los espacios de poder. Necesitamos otro poder político. Una política más conectada con el dolor de la gente, más afectiva, como hace Cristina. Tiene que ver con la reinvención del poder político, menos conectada con el mundo de la violencia”.

Asimismo, agregó: “No podemos las feministas ocupar la política para reproducir lo que condenamos, creo que tenemos que tener un mantra: nosotras no tenemos ganas de ser nuevos hombres, nosotras tenemos que luchar para que sea otra política”.

El cierre del encuentro lo realizó el gobernador bonaerense, planteando algunas cuestiones sobre el rol de las fuerzas políticas populares en la coyuntura actual. “Tenemos la responsabilidad, la obligación, de elaborar discursos potentes, claros, sintéticos, donde podamos explicar cuál es nuestra propuesta, pero también contra qué estamos discutiendo. Como hay una impugnación a la política y a la dirigencia en general, hay que hacer un esfuerzo para explicar bien que esta idea de achicar, reducir, echar, expulsar, de romper, de destruir, de dinamitar, no construye y menos todavía amplía derechos. En última instancia, la derecha tiene un montón de candidatos, con diferentes ropas y discursos, pero tiene un solo programa, que es restringir derechos. En ese sentido, en las elecciones que se vienen vamos a tener que definir entre la derecha y los derechos: y de este lado están los derechos”.

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