Foro de activismo socioambiental

Proyecto Ballena convocó a una serie de referentes con distintas miradas en torno a la lucha socioambiental para participar de una mesa de debate. Por Antonia Kon

Bajo la propuesta de pensar no solo los nuevos horizontes de luchas socioambientales, sino también las prácticas políticas de las democracias, en el Auditorio Williams del Centro Cultural Borges –una de las cinco sedes de la edición 2023 del Festival Democracia e Imaginación Política de Proyecto Ballena– se llevó a cabo un Foro de activisimo socioambiental.

El encuentro permitió reponer diferentes vivencias de luchas socioambientales a partir de las experiencias organizativas del ancho territorio del Delta y la Asamblea de Esquel, a través de un rico intercambio de diversas formas entender el problema ambiental, las prácticas políticas de democracia directa y el derecho a la consulta.

Participaron Ana Mariel Weinstock (Asamblea Esquel), Diego Domínguez (Cooperativa Isla Esperanza), Luis Cancelo (Asamblea Delta y Río de la Plata) y Patricia Pintos (Red Nacional de Humedales). Coordinó Natalia Gelós (periodista y editora de Revista Crisis).

Luchas, miradas, territorios

Ana Mariel Weinstock es integrante de la Asamblea en Defensa del Territorio de Puerto Madryn, que desde 2002 comenzó a organizarse para manifestarse en contra del extractivismo minero. El movimiento conocido como No a la Mina, explicó Weinstock, surgió hace veinte años en Esquel, creció con el tiempo y germinó en asambleas en toda la provincia que se extendieron desde la cordillera hasta el mar, “en el sentido contrario a la colonización”, destacó.

Sobre su experiencia de organización socioambiental en el sur, afirmó que “el ambientalismo no tiene que ver con defender a un animal o la contaminación del agua como eventos separados. Este otro ambientalismo viene a proponer una nueva sociedad. Y en ese contexto, decir no a la mina es decir no a un modelo de relación con la naturaleza. Entender la tierra no como un insumo o un lugar a colonizar, sino una relación de armonía con la diversidad”.

El diálogo organizado por el Festival de Proyecto Ballena fue luego, como si de un río se tratara, de Esquel hasta el Delta, con palabras que se repitieron: zonificación, defensa del agua, modificación de legislaciones.

Diego Domínguez, miembro de la Cooperativa Isla Esperanza, fue parte en los últimos quince años de la lucha contra los llamados “desarrollos inmobiliarios” en la zona del Delta. Inició su intervención refiriéndose al título de la charla, “activismo socioambiental”, preguntándose si él podía pensarse a sí mismo bajo ese rótulo. “Ninguno de mis compañeros se reconoce como ‘activista socioambiental’. Algunos dicen que hay un ecologismo que las personas hacen, pero no saben que lo son, como se decía de los proletarios que hacían la revolución y no lo sabían”, afirmó.

Geógrafa e integrante de la Red Nacional de Humedales, Patricia Pintos planteó en su intervención que es fundamental repensar el concepto de naturaleza para desafiar el libre flujo de las dinámicas del mercado en los territorios.

“El extractivismo urbano inmobiliario busca la valorización a niveles de paroxismo de las rentas a niveles del suelo. Esta idea de naturalezas neoliberales nos enfrenta a una concepción estereotipada de la naturaleza pensada a la medida del capitalismo inmobiliario”, señaló.

Procedente de la política partidaria, Luis Cancelo trabajó en el plan de manejo del Delta, y desde la década de 1990 se ha opuesto desde el Estado a la destrucción de humedales para construcción de barrios privados.

“Hay más de 140 barrios privados en el Tigre hoy. En los noventa perdimos esa lucha. Pasó el tiempo, se naturalizó el tema de los barrios privados. El cincuenta por ciento de ese territorio donde quedaron los barrios privados era valle de inundación, es decir, en nuestro distrito, muy cercano al Río de la Plata, el viento sudeste repercute rápidamente en el territorio. Y si eso se combina con lluvias estamos en problemas severos”, señaló en una de sus intervenciones.

Imaginación política: ¿hacia dónde vamos?

Para Cancelo, un tema a resolver es la tierra y el otro es el agua: “Necesitamos resolver el acceso a la tierra, pero también al agua. Logramos que hoy Aysa reparta agua una vez por semana en la isla, pero esa tampoco es la solución. Y no vienen por el agua, ya vinieron y se la están quedando”, afirmó.

Por su parte, Domínguez relató que “desde la comunidad isleña, además de pelear contra los extractivismos y sus empleados, tratamos de construir una comunidad con las diversidades que se nos puedan ocurrir”. Además, remarcó que los modelos de sociedad actual son depredadores de la comunidad y señaló al respecto la importancia de la idea de hacer “pueblo” y recomponer lazos comunitarios. “Si no hay pueblo en los lugares donde están los bienes, ¿de qué bienes comunes vamos a hablar? Necesitamos más presencia en la política estatal como organizaciones territoriales. Si no, los gobiernos pasan, cambian, pero se sigue disociando el daño social del daño ambiental. Se mantiene una separación: la discusión sobre el acceso y la distribución a la tierra de la legislación ambiental”.

Weinstock también se refirió a la dimensión de disputa de sentido de las luchas socioambientales. “¿Qué es el ambientalismo? ¿Cercar un área? ¿O entender la naturaleza como parte del ser humano?”. La activista sureña también se refirió a conceptos como “extractivismo simbólico” y agregó: “El ambientalismo es el ambiente atravesado por las relaciones de poder, el día a día de quienes lo habitan”.

Finalmente, Pintos propuso una disputa desde el lenguaje, el uso del concepto unreal estate, como oposición al real estate, para dar cuenta de que es algo ficticio, artificializado. Recordó a su vez que los movimientos ambientales fueron quienes le dieron una carga política a la discusión alrededor de los humedales, en un principio despolitizada. “Ese es un logro de la imaginación política al servicio de las organizaciones socioambientales”, destacó.