Obras de Bach y Kodály, por José Araujo

En el marco del ciclo de conciertos de música académica en vivo, el cellista José Araujo interpreta la suite en sol mayor n° 1, BWV 1007, de Johann Sebastian Bach, y la sonata en si menor, op. 8, de Zoltán Kodály.

Acerca de las obras en programa

Durante cinco años, entre 1717 y 1723, Johann Sebastian Bach trabajó como director musical de la corte de la ciudad de Köthen, al servicio del Príncipe Leopoldo. En esos años escribió algunas de sus obras instrumentales más importantes, como la primera parte del Clave bien temperado, los seis Conciertos de Brandeburgo, las sonatas y partitas para violín y las seis suites para cello solo. Se cree que esta última serie de obras fue escrita alguno de los excelentes músicos con los que contaba Bach en la orquesta de la corte de Köthen.

La palabra suite viene del verbo francés suivre (seguir), y podría ser traducida como sucesión, ya que –en su sentido barroco– es una serie de danzas usuales en esa época, encabezadas por un preludio, y todos en la misma tonalidad. Las suites de Bach para cello solo siguen una estructura tradicional en la que las danzas –también de nombre francés– son una allemande, una courante, una sarabande y una gigue, cada una con su ritmo particular. Entre las dos últimas danzas por lo general se insertaba un par de minuets, bourrées o gavottes, como hace Bach aquí.

Uno de los desafíos –y también uno de los logros– de Bach al escribir estas obras para cello sin acompañamiento fue crear un tejido musical que contuviera melodía y armonía, sin dejar de lado el elemento rítmico fundamental en las danzas. Y lo hizo a través de recursos (arpegios, acordes, etc.) que al mismo tiempo hacen de estas suites obras muy complejas de interpretar, sobre todo si se considera que el violoncello era a comienzos del siglo XVIII un instrumento relativamente nuevo y de repertorio no muy amplio.

Zoltán Kodály, uno de los compositores, investigadores y docentes más destacados de Hungría, escribió su sonata para cello solo opus 8 en 1915, cuando tenía treinta y tres años, e incluyó elementos melódicos y rítmicos del folklore de su país en sus tres movimientos (Allegro maestoso ma appassionato / Adagio / Allegro molto vivace). Para su ejecución, el cellista debe cambiar la afinación habitual del cello (la, re, sol y do, de la más aguda a la más grave) y bajar medio tono la tercera y la cuarta cuerda. Kodály dedicó su sonata al virtuoso Jenö Kerpély, que la estrenó tres años después de su composición.