
La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer, con música en vivo
En colaboración con la Fundación Cinemateca Argentina, se celebra una velada especial de cine y música en el Auditorio Nacional. Se proyecta La pasión de Juana de Arco (1928), de Carl Theodor Dreyer, con su partitura original interpretada en vivo por la Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín y el Coro Polifónico Nacional de Ciegos, bajo la dirección de Santiago Chotsourian.
La película, considerada una de las cumbres del cine mudo, será exhibida en una de sus últimas copias restauradas. En el archivo de la Fundación Cinemateca Argentina se conserva la única copia en el mundo de la partitura original completa. La combinación de imagen y música en vivo potencia la experiencia cinematográfica, para acercar al espectador a la profunda carga emocional y espiritual de la película.
La función se verá acompañada por una serie de actividades que profundizan en la relevancia histórica y cinematográfica: una muestra de afiches en el Salón de los Escudos, dos funciones del documental Llamas de nitrato (Mirko Stopar, 2014) en la Sala María Luisa Bemberg del sexto piso y una charla sobre cine mudo en el Salón de Honor a cargo de Marcela Cassinelli, presidenta de la Fundación Cinemateca Argentina.
Una propuesta integral que invita a redescubrir una de las obras más conmovedoras de la historia del cine desde múltiples perspectivas.
La pasión de Juana de Arco
Carl Theodor Dreyer. 1928. 80’. Drama. Para mayores de 12 años.
Tras liderar la resistencia contra los ingleses en la Guerra de los Cien Años, Juana de Arco es capturada y entregada a un tribunal eclesiástico en Ruan. Acusada de herejía, enfrenta un juicio implacable, en el que su fe y su destino quedan en manos de jueces que buscan doblegarla. Entre interrogatorios y presiones, la joven se mantiene firme en sus convicciones, mientras la amenaza de la condena a muerte se cierne sobre ella.
Reserva de entradas
La actividad es gratuita y requiere entradas. La reserva previa se podrá gestionar de manera virtual en esta publicación a partir de dos días antes del día de la actividad correspondiente, a las 14 h, hasta agotar el cupo disponible. Podrán solicitarse hasta dos entradas por persona (inclusive menores de edad, que en todos los casos deberán ingresar en compañía de un adulto). Cuando el cupo para la actividad se alcance quedará deshabilitada la opción de completar el formulario.
Completado el formulario, el público deberá presentarse el día de la actividad, a partir de las 14 h y hasta una hora antes del inicio, en la boletería (mostradores de Planta Baja), para retirar las entradas físicas con las cuales acceder a la sala.
Por otra parte, habrá un cupo de entradas que se entregarán de modo presencial en la boletería, el mismo día de la actividad desde las 14 h. Estas entradas se habilitan hasta agotar la capacidad de la sala.
Por consultas sobre entradas e ingresos, escribir a: atencionpublico.pl@cultura.gob.ar
La pasión de Juana de Arco. El recuerdo de sus ojos mirantes
La historia de La pasión de Juana de Arco, obra maestra de Carl Theodor Dreyer, es en sí misma un relato de resurrección. Tras su estreno en 1928, el metraje original se pensó perdido en un incendio accidental. Luego, Dreyer generó una segunda versión de montaje con tomas alternativas, la cual fue destruida por otro incendio. Sin embargo, como un ave fénix y resistiéndose al olvido, una copia del montaje original fue hallada casi sesenta años más tarde en una institución mental en Oslo. La partitura original, creada para acompañar la película, también ha sido restaurada, permitiendo que la obra resurja en la plenitud que pocas leyendas comparten. Una metáfora del infierno de la fe de la propia Juana.
Pero si La pasión de Juana de Arco es una resurrección, también es un origen. Dreyer erige su película sobre el rostro humano, enmarcando todo en primerísimos primeros planos, rostros que dudan, que ejercen, que sospechan, que anuncian, que demandan, que reprimen, que esperan, que sufren. Si bien podría pensarse que esta es una forma de limitar el tiempo y espacio, lo que hace es disolverlos en una conspiración íntima, donde el sufrimiento acepta el sacrificio a voluntad. Juana se aferra a la cruz, gritando una esperanza que se alimenta de oír su corazón. Nos presenta un universo absoluto, donde tiempo y espacio parecen ser sinónimos.
Así como no hay decorados que nos guíen, tampoco hay ídolos que nos distraigan de las figuras en los planos. ¿Qué hacer con Juana y su silencio? No hay más que acompañarla, que vitorearla. Un fondo blanco, una heroína, una duda que tiemble con la fe.
“Que se haga la luz”, dice un texto muy antiguo, Y en esa orden primigenia se inscribe también el nacimiento del cine. Una imagen proyectada sobre otra imagen como una forma de verdad. Sin embargo, la Juana de Arco de Dreyer no proyecta sombras. Es una Juana que, a diferencia de la de Bresson, no se proyecta hacia al fondo, no deja huella. Dreyer juega en un extremo, en el que Juana se incendie, se consuma en su resplandor, en su condena. El fondo blanco, la austeridad, es sofocante como un incendio que perfila los rostros cuando ya todo es ceniza.
La dirección de Dreyer sobre Renée Falconetti (quien interpreta a Juana de Arco) fue trágicamente una mímesis exhausta del paso de Juana de Arco en su condena. Falconetti, una de las más interesantes actrices de teatro de su tiempo, se vio arrastrada a un sacrificio que trascendía la pantalla; el ojo de Dreyer no solo asentaba su rostro, lo inspeccionaba diametralmente, lo quebraba. Así como no permitió el maquillaje a ninguno de sus actores durante el rodaje, el director creía que el sufrimiento era irrepresentable, que debía hacerse carne. Sin ejército que defienda su posición desnuda.
No es su armadura metálica, ni el fondo blanco que la sostiene, lo que acerca a Juana rota y brillante a lo sublime. La pasión de Juana de Arco es más bien su rostro, su llanto. No es la mirada invitante, seductora, de Elizabeth Taylor. Ni los ojos filosos de Lauren Bacall. Es tratar de seducir al fuego, todo lo que la fe puede en un cuerpo. Lágrimas que se evaporan entre llamas, como una señal de humo, como una ofrenda. Esto es vida, el recuerdo en ojos mirantes, sobre los ojos de Juana, los de Falconetti, los de Dreyer.
Pedro Santiago Chotsourian nació en 1966. Se graduó como licenciado en Composición y Dirección Orquestal y Coral y cursa el doctorado en Filosofía. Su formación musical y académica le permitió ocupar cargos de relevancia, tales como la dirección de Música y Danza de la Nación y la dirección de Estudios Musicales del Teatro Colón. También estuvo a cargo de diplomaturas en Usos de la Voz, Canto y Coralidad, y en Composición con orientación en lo escénico y el cine en la UNSAM; en ese ámbito, produjo Las Troyanas coral-coreográfica, en colaboración con Oscar Aráiz, y presentó el Cántico Espiritual, junto con Cristina Banegas.
En el campo de la composición y dirección, creó la música original en vivo para el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, lo que le valió el premio Villafañe por la opereta El Caballero de la mano de fuego. Con su grupo ERLEBNIS realizó un tratamiento innovador de la voz y el cuerpo de las palabras en el teatro del oído y compuso, además, un retablo de voces en forma de gran madrigal sobre Edipo en Colono para el Coro Nacional de Ciegos, en el marco del Plan Federal de Ópera y Danza. Con Cristina Banegas y el Coro Nacional de Jóvenes ejecutó una composición coral-actoral en correlato de la proyección Amalia, film mudo basado en la novela de José Mármol. Se especializó en la composición de música en vivo para películas mudas tras haber recibido la dirección de la partitura original del film La Pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer, presentada en el Teatro Colón y en el Festival de Biarritz.
Ha colaborado con orquestas y coros de prestigio a nivel local e internacional, y con artistas como Oscar Aráiz, Cristina Banegas, Leo Maslíah y Peter Gabriel. En 2013, realizó retiros en el monasterio trapense de Azul, donde recibió formación para adoptar una vida contemplativa y de servicio social. Estudió Enfermería y ejerció la atención primaria en los barrios populares de José León Suárez, donde vivió junto a curas villeros durante cuatro años, incluyendo la etapa de la pandemia de COVID-19.
Actualmente, reside en la localidad de Chilavert, donde se dedica a la composición y a la realización escénica de su propia obra, además de participar en diversas colaboraciones. Ha recibido el Premio Konex en 2007.

El Coro Polifónico Nacional de Ciegos fue creado en el año 1947 por Carlos Roberto Larrimbe, profesor de Música en la Escuela para Ciegos Adultos “General San Martín”, con la colaboración del profesor Ladislao Scotti. Desde entonces, el ensamble desarrolla una intensa actividad coral académica de jerarquía.
Ha recorrido todo el territorio nacional y visitado los países limítrofes de Chile, Bolivia y Paraguay. Desde 1971 y hasta 2006 solemnizó las celebraciones litúrgicas oficiales de la Catedral de Buenos Aires, con asistencia de primeros mandatarios de la Nación, cuerpo diplomático e invitados especiales, y cantó durante las misas celebradas por Juan Pablo II en 1982 y 1987.
Ha interpretado trascendentes obras del repertorio universal, entre ellas el Requiem de Mozart, el Requiem de Fauré, Gloria y Magnificat, de Vivaldi, Magnificat y el motete Jesu, meine Freude, de Bach, en actuaciones junto a la Orquesta Sinfónica Nacional o con acompañamiento de órgano.
Por su meritoria labor artística, el conjunto ha sido distinguido en reiteradas ocasiones por los más prestigiosos círculos de críticos musicales. Ha recibido, además, el premio a la Trayectoria de OFADAC y, otorgados por el Senado de la Nación, la Medalla a la Trayectoria y el Diploma a la Honorabilidad.
Ha tenido como directores a Carlos Roberto Larrimbe (desde 1947 a 1969), Ladislao Scotti (desde 1969, con la subdirección de Norberto Grosso) y José Cicero (desde 1983). Desde 1991 hasta la actualidad, su director es Osvaldo Manzanelli.
En 2017, el organismo celebró sus setenta años de trayectoria ininterrumpida interpretando, junto con la Orquesta Sinfónica Nacional, la Sinfonía n.º 2 en si bemol mayor, op. 52, Lobgesang, de Felix Mendelssohn.
Único en el mundo por sus características, el Coro Polifónico de Ciegos es uno de los diez elencos musicales de la Dirección Nacional de Organismos Estables de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Creada en 1994, la Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín es una orquesta preprofesional que aborda compositores y obras sinfónicas de todos los tiempos. Convoca a más de cien jóvenes de entre catorce y veintisiete años y tiene como objetivo primordial la formación y el desarrollo integral de jóvenes músicos, solistas y directores en el marco de la práctica orquestal. Se propone profundizar las políticas pedagógicas y artísticas de inclusión mediante el ejercicio de una política federal que brinde a músicos y músicas igualdad de oportunidades.
En 2015 fue seleccionada para inaugurar la Sala Argentina del actual Palacio Libertad. Su temporada se desarrolla en el ciclo Grandes Conciertos de la Facultad de Derecho de la UBA, en el Auditorio Nacional del Palacio Libertad y en conciertos didácticos que brinda a la comunidad. Además, realizó giras por Córdoba, San Luis, San Juan y Bariloche.
La formación obtuvo el Premio Estímulo por su temporada 2015 y fue distinguida –por parte de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina– como “mejor orquesta sinfónica juvenil” por sus temporadas 2017, 2019 y 2023. En 2022 ganó el Premio Nacional Clásica, en la categoría “formación orquestal”.
Desde 1949, la Fundación Cinemateca Argentina se dedica a la conservación y difusión del patrimonio fílmico argentino y mundial.
En 1967 adopta la forma jurídica de Fundación. Su patrimonio abarca, al momento, más de 22.000 títulos que representan la historia del cine. Muchas de estas producciones se exhiben regularmente en ciclos organizados junto a diversas instituciones, en los que han participado más de 15.000.000 de espectadores.
La Fundación mantiene un espacio acondicionado para la preservación de negativos y conserva microfilmaciones con las críticas periodísticas de todas las películas estrenadas en Argentina desde 1927 hasta la fecha. Además, cuenta con una colección de fotografías, una biblioteca especializada y unos 950.000 afiches, varios de ellos exhibidos en la sala Lucas Demare del Palacio Libertad.