Fotoplástica
Fotoplástica es una exhibición que recupera la obra que el fotógrafo ruso Jaime Bolotinsky produjo en Buenos Aires entre 1930 y 1942.
Curada por Francisco Medail, la muestra presenta una selección de imágenes construidas a partir de objetos cotidianos que, quitados de su contexto familiar y trabajados como esculturas a través de la luz, ofrecen una mirada renovada de las cosas.
De esta manera, Fotoplástica busca poner en valor la figura de Bolotinsky a la vez que recupera un fragmento de la historia de la fotografía de nuestro país.
Curador
Francisco Medail
Fotografías
Jaime Bolotinsky
La exposición puede visitarse desde el jueves 17 de julio, de miércoles a domingos, de 14 a 20 h. No se requiere reserva previa de entradas.
Texto curatorial, por Francisco Medail
Jaime Bolotinsky (1894-1967) fue un fotógrafo de origen ruso radicado en Buenos Aires desde principios del siglo XX. Además de su labor en Foto Nobel, el estudio que dirigió por décadas frente a Plaza Italia, Bolotinsky desarrolló una producción fotográfica personal inusitada para su época. Se trata de una galería de retratos realizada a partir de elementos cotidianos. Un conjunto de personajes configurados por su bagaje cultural, la capacidad de imaginación y un exquisito manejo lumínico.
Salones como los de Nordiska Kompaniet, La Rural y la Sociedad Hebraica Argentina dieron cobijo a su trabajo, y numerosos medios gráficos se hicieron eco de sus exposiciones. Sin embargo, a pesar de la importante circulación que su obra tuvo por aquellos años, es difícil trazar un lugar de inscripción para Bolotinsky en la historia de la fotografía argentina. Su contexto de filiación artística lo ubica menos cercano a los fotógrafos Grete Stern o Anatole Saderman que a los escritores José González Castillo y Raúl González Tuñon, o al escultor Stephan Erzia.
No obstante, si intentáramos trazar una genealogía transhistórica, su trabajo puede inscribirse en un mapa de artistas que va desde el manierista Giuseppi Arcimboldo al colectivo argentino Mondongo, incluyendo al ilustrador Pablo Bernasconi o al fotógrafo Vic Muñiz. Más aún, las imágenes de Bolotinsky son plausibles de ser entendidas en clave surrealista, ya que comparten con este movimiento una operación elemental: la estrategia del extrañamiento. Sus retratos producen una percepción extrañada, desfamiliarizada, que deshabitúa la percepción alienada de los objetos cotidianos.
Una toalla, un sombrero, la cámara y el tratamiento de la luz: con la simpleza de estos elementos, Bolotinsky produjo una serie de imágenes que funcionaron como antesala del surrealismo y reconstruyen hoy un nuevo eslabón en la historia de la fotografía argentina.




