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Estela se acostó a escribir

Literatura, Noticias, Proyectos Especiales

La poeta Estela Figueroa fue homenajeada en la séptima jornada del Festival Poesía Ya! 2023. Participaron sus hijas, amigos y poetas, ante una sala llena en el Centro Cultural Kirchner. Por Marco Teruggi


“Te quiero contar lo que va a pasar: nos juntamos con Virginia, Florencia, y gracias a Gabriela Borrelli armamos esto. Hay un montón de gente, está Enrique Butti, Osvaldo Aguirre, Selva Almada, un montón de amigas, amigues, poetas que te quieren un montón, te extrañan, quieren compartir con vos otra vez un rato de tu poesía. Dejate querer, dejanos admirar tu collage y tu obra, y gracias y te extrañamos”. Así abrió el poeta Patricio Foglia el homenaje a Estela Figueroa en el Centro Cultural Kirchner, en el marco del Festival Poesía Ya.

La poeta santafesina, fallecida el pasado 11 de agosto, fue el centro de recuerdos, reflexiones y lecturas. Su hija Virginia compartió una entrevista que le hizo: “¿Con qué soñabas? Soñaba con escribir. ¿Cómo escribías en tus sueños? Escribía como un hada, tené en cuenta que fui una niña sin fiesta de cumpleaños. ¿Había libros en tu casa? Sí, los de papá que estaban en un baúl de madera en una habitación donde vivíamos todos, mi hermano, mi madre, mi padre, yo. Allí comíamos, tenía techo de chapa y era de ladrillo sin revocar”.

Virginia, luego seguida en la palabra por su hermana Florencia, contó que su madre escribía “a mano en cualquier hoja suelta, bordes de almanaques, portadas de libros, servilletas, y con cualquier lápiz, birome o fibritas de colores”. Lo hacía “sentada en la mesa del comedor de su casa y acostada en su cama. ¿Mamá ya te acostaste, vas a dormir tan temprano? No, estoy escribiendo. Acostada, con los ojos cerrados estaba escribiendo. Elijo sentir, elijo creer, podemos pensar, mejor, que mamá se acostó a escribir”.

Las nuestras, mi amigo
son obras pequeñas.
Escritas en la intimidad
y como con vergüenza.
Nada de tonos altos.
Nos parecemos a la ciudad
donde vivimos.

Perdiste tus últimos poemas
y yo casi no escribo.

De allí
esos largos silencios
en nuestras conversaciones.

Ese fue el poema de Figueroa, titulado “A Manuel Inchauspe en el hospicio”, elegido por el poeta y periodista Aguirre para hablar sobre la autora de La forastera y de la antología con su obra reunida El hada que no fue invitada. “Me pareció bárbaro: como dijo la hija menor, Florencia, ella seguramente no hubiera venido, porque siempre estuvo muy en su casa, no se enganchaba con el ambiente literario. Pero eso no quiere decir que no estaba pendiente de sus lecturas, de las lecturas que recibía: cuando por ahí alguien escribía sobre su obra, ella lo llamaba”, contó Aguirre una vez terminado el homenaje, en el cual se proyectaron también fotografías de Estela, con anteojos, con un cigarrillo, pensativa.

“Este homenaje es como la extensión de un proceso que se da en relación con su obra, que comienza hace unos años, es como la culminación de eso; ella comenzó a ser leída a partir de La forastera, y después que salió la obra reunida acá en Buenos Aires se amplió su círculo de lectores. El homenaje nos muestra que hay mucha gente leyendo su obra, y eso es lo mejor que puede pasar con una poeta. Además, lectores muy diferentes: ella siempre tuvo como un público lector muy especializado, muy cercano también, de amigo; pero acá la mayoría de la gente no la conoció y es fundamental para que su obra continúe”, dijo.

Selva Almada compartió la columna que escribió luego de la muerte de Figueroa: “Pienso en Estela. Hace varios días que pienso en ella, que está en terapia intensiva; Virginia me manda noticias, breves partes amorosos que agradezco porque, angustiadas y todo como están las chicas, ella y su hermana Florencia, tiene ese gesto: contarme cómo está su mamá, mi poeta adorada, Estela Figueroa. (...) Hace más de diez años un amigo santafesino me habló de ella: una poeta tremenda que daba talleres en la Universidad del Litoral y que muy poco se conocía fuera de la provincia. Hacía poco había publicado La forastera, su tercer libro de poemas; y faltaban unos cuantos años para que apareciera su obra reunida bajo un título fabuloso, tan Estela: El hada que no invitaron”.

“A la tristeza de la noticia no querida, de los días siguientes, le respondo leyendo sus versos; celebrando la suerte hermosa que hemos tenido de ser contemporáneas y contemporáneos de Estela Figueroa”, concluyó Almada.

Escritor, periodista y amigo de Figueroa, Enrique Butti contó anécdotas de la poeta: acerca de su “humor espléndido, extraordinario”, de sus autores más leídos como Constantino Kavafis, Cesare Pavese, Fernando Pessoa y Emily Dickinson, y de temas de conversación que tenía con ella. “De lo que Estela habla mucho en sus poemas es de la muerte. Hay uno en el que cuenta que acompaña a su hermana viuda e ingresan en la casa del muerto, y termina diciendo:

Un amigo me dice
que los poetas tenemos una rara condición:
como los moretones
aparecemos después de los golpes”.

Butti citó otros versos de Figueroa:

“Que algo
quede de mí.

Estas manos
mis poemas”.

“Ahora constatamos que sus poemas quedan, y son tan vívidos que se sienten latir las manos que los escribieron”, finalizó el escritor, que dio paso a la lecturas de poemas de Estela Figueroa ante la sala llena para escucharla en la noche de Buenos Aires.

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