Episodio 4: “Guerra total”, por Ariana Harwicz
Diarios - Mayo/Junio 2020 - Del otro lado de la puerta
Diarios - Mayo/Junio 2020 - Del otro lado de la puerta
Como un diálogo socrático pero todo lo contrario, la discusión entre ella y él retumba entre las cuatro paredes del aislamiento. Es el diálogo sobre la opresión que viene de antes y sigue después. La búsqueda de la verdad no está en manos de los que participan sino que, como ya es una marca en la literatura de Ariana Harwicz, salpica en los ojos de quienes están leyendo.
—Vos te hacés la gatita, la gatita sensible, me rasguñás, me rasguñás, me arañas y yo un día te tiro un carrascón y ahí esto se vuelve un telenovelón barato.
—Sos violento exactamente por esto que decís.
—Lo primero que quiere una mujer es destruir a otra mujer, eso ustedes lo saben, la que dice no estar enterada…
—No es mujer.
—Por eso no entiendo a las feministas, hablen de los infanticidios de las mujeres, hablen de la violencia en las parejas lesbianas, hablen del odio que se tienen, eso también es ser.
—¿Mujer?
—Hablen de cómo se rompen las costillas a patadas.
—¿Y ustedes no se odian?
—Mucho menos.
—¿Y ustedes no matan a sus hijos, para vengarse de la mujer que los dejó?
—Mucho menos, ustedes matan más a sus hijos que nosotros.
—La mujer tiene que ser superior. Israel tiene que ser mejor que sus vecinos árabes. Todo el mundo se puede reventar los sesos pero, ¿las mujeres tienen que ser pacíficas?
—Ustedes que dicen ser mejores que nosotros, sean mejores que nosotros.
—No decimos que somos mejores, solo queremos tener lo que tienen ustedes.
—¿Tener o ser?
—Lo que se tiene te lleva a lo que sos.
—Poder.
—Poder, ¿o es abyecto el poder cuando no está de tu lado?
—Siguen agarradas a nosotros.
—Eso va a cambiar.
—Yo lo que digo es que se miren, ¡mírense! Me desespera, ¡mírense!
—¡No me grites!
—Es que me pongo loco.
—¿Ustedes se miran?
—Dejen de mirar lo que hacen los hombres, ¿no querían ser independientes?
—Yo creo que los tienen apuntados y así y todo no asumen el fracaso en que se convirtieron.
—Vos que sos anticomunista pareces Stalin con el tema de las mujeres.
—La stalinista del feminazismo.
—¿No te das cuenta de que es imposible? Se esencializan como buenas víctimas.
—Vos fijate lo que dijo Philipe el marido de la Reina Elizabeth.
—¿Qué dijo Philip Mountbatten? Me cae bien
—A mí también, dijo que el día que se casó, camino al altar, se sintió un microbio
—¡73 años casados!
—Y toda una vida yendo tres pasos detrás de la reina, bueno, exactamente así vivieron siempre las mujeres.
—Esta época está pensando todo mal, no se puede pensar todo en términos de género.
—Te estoy hablando yo, no la época.
—Vos hablas desde una ideología aunque no te des cuenta, porque no te das cuenta.
—Elegiste mal entonces, qué lástima habiendo tantas.
—Elegí bien, la ideología es más viva que vos, dudás y la ideología te elige lo que decís.
—Las balas vienen de todos lados, la ideología es una, pero hay otras trampas.
—Mirá las mujeres en la guerra, en la revolución cubana, siempre tuvieron un rol, esencializan a la mujer y al hombre, ese juego de géneros es absurdo.
—Porque una madre puede matar a su hijo, violarlo, y un hombre puede ser buen padre, ya conozco ese argumento pero acá hablamos de algo estructural, hablamos de generaciones y generaciones y un río de siglos con mujeres tiradas desde un acantilado, literal en China, metafórico en el mundo. Como esos patitos que al nacer son lanzados por un tobogán a la para freírlos, no los dejan vivir ni un minuto.
—Mi abuelo, mi abuelo eh, no mi papá, le tenía miedo a mi abuela Norma con el cuchillo, ¡Había que cuidarse de la abuela revoleando el cuchillo!
—Se puede estar sometida y tener el cuchillo de cortar cogote de gallina. Cualquier chica lo vivió, lo que es nacer y tener que esquivar que te manoseen desde el primer capítulo.
—¿Y los chicos, no? ¿Sabes cómo miran a los chicos los veteranos? Con angurria, son pollitos pero al spiedo.
—Claro, pero nos encerramos en una pieza vos y yo y el arma sos vos.
—Es más fina la cosa, uno es jodido en lo que es jodido, uno sabe en qué es jodido con el otro, si uno hizo un trabajo consigo el trabajo es atenuarlo.
—Algo así como hay mujeres golpeadas, hay hombres golpeados…
—Eso desde ya, ustedes están jugando a ser bobas, si no admiten eso.
—El lugar que tiene en la sociedad la mujer es más frágil, está más expuesta.
—Está todo pensado mal, se pondera a la mujer hoy, ¿sabes por qué?
—¿Humanismo?, ¿revancha histórica?, ¿igualdad?
—Porque consume más, vas a ver cuando dejen de consumir.
—¿No era que siempre tuvo la billetera del marido?
—Pero antes no había mercado para ustedes.
—A mí no puede frenar que el mercado me use, me usaría igual si no lucho.
—Peleá entonces.
—Peleo, estar con vos es más difícil que el Che intentando derrocar a Batista.
—Pero para qué es el tema.
—Para ser igual que vos, porque de mínima nacimos en el mismo año y vos tuviste más ventajas.
—No nacimos el mismo año, yo soy más joven.
—20 días.
—Robacunas.
—Ustedes no quieren lo que dicen que quieren, eso que dicen que quieren, eso que nos piden, no lo quieren.
—¿Y vos sabes qué queremos? ¿Ustedes saben mejor qué queremos?
—Lo que quieren es tenernos en falta.
—No se los pedimos a ustedes, lo que queremos nos lo pedimos a nosotras.
—¿Cómo que no?
—¿Qué te pido yo?
—Me vivís pidiendo cosas que no te puedo dar.
—¿No será que no me podes dar nada?
—¿Vos sabes que una chica de 13 años sin ser manipulada, sin ser engañada, puede querer seducir a un hombre más grande, querer tener una vida sexual, ella sola, libre?
—Detesto las elites que se escudan en que a ellos nunca les pasó, si a vos Catherine Deneuve, nunca te pasó, genial, aplausos Catherine, pero resulta que hay millones de chicas que no nacieron Catherine Deneuve, eso es conciencia política, dónde naciste y dónde nacieron los demás.
—¿Vos pensás que una chica de 13, 14, 15 va a mirar a un chico de su edad?
—Sí, no, depende, no importa lo que ella mire, si no quién la mira a ella.
—Los de su edad no existen, te lo digo que soy hombre y tuve 13 años, las chicas de mi colegio miraban a los de 20.
—De ahí a que los cerdos vayan a buscarlas a la salida del colegio…
—Hay chicas a las que les gusta los cerdos.
—Ahora los violadores son una suerte de artistas excéntricos y libertinos.
—A ver si nos entendemos porque este tema me cansa.
—Vos sacaste el tema.
—Pero me cansa y tenemos que poder hacer otra cosa que discutir en esta encerrona.
—No lo hubieras empezado, a mí no me sirve que me traigas casos de chicas a las que les gusta que las sodomicen con un vidrio a los 11.
—Esto no es nuevo, yo no tengo problema con que ahora las mujeres se pongan un garrote, una escopeta de tres kilómetros y salgan a culearse a todos los pueblerinos. Qué problema hay con que seamos nosotros los que nos quedamos hirviendo papas y pasando el plumero. Ningún problema con que ahora ustedes vayan a la taberna, vuelvan picadas, nos penetren mientras dormimos, arreglen las bujías. Qué problema hay con que los hijos vean que así es mamá y así es papá, papá se queda en casa y llora cuando descubre que su mujer tiene una doble vida. El tema es ahora quieren todo, quieren culear, quieren que las culeen, seguir teniendo el rol de la gran madre, pero viviendo como hombres.
—Ustedes tuvieron todo eso durante veintiocho mil quinientos años, ¿no era que estábamos en democracia?, alternemos.
—Teníamos otros mandatos, te recuerdo al pasar dos guerras mundiales, por ejemplo, sin ir más lejos.
—¿Por cuántos siglos las nenas nacían y morían sin haber vivido? Y sigue, las engordan con leche de cabra y las sientan a parir en una roca y a los 40 son demasiado ancianas con las tetas por el piso para ser vendidas en los mercados.
—Ir a la guerra, conquistar tierras y sobre todo, satisfacerlas, ¿te parece poco? Porque no hay que olvidarse de eso. Tienen que agradecer que no se miden con los grandes, para un hombre siempre está la sombra de Borges, de Napoleón, de Cristo, Carlo Magno, Luis XIV
—Hoy se siguen suicidando en la India tomando lavandina, prefiero medirme con Napoleón.
—Qué caricatura hacen de la Historia.
—¿Quiénes hacen? Estás hablando conmigo.
—Porque van todas juntas, solas no se la bancan.
—Tenés razón, y en 1870, tuvimos derecho a que nos hagan masajes vaginales con un adminículo, pobres médicos con calambres en los dedos.
—Lo que quieren ustedes es infantil.
—¿Y por qué estamos hablando todo el día de lo que las mujeres quieren? ¿Quiénes son esas mujeres?
—Y ahí pasan del amor feminista al odio feminista porque ustedes nos odian pero más se odian entre ustedes.
—¿Y por qué no aprovechamos esta psicosis mundial y no hablamos de lo que yo quiero?
—¿Y la sororidad?
—Qué tiene que ver, sororidad no es entregarle mi novio a otra.
—Si vos misma detestas a todas las mujeres.
—Y seguimos hablando de las otras.
—Si vos misma decís que son todas unas busconas, trepas, saca hombres.
—Yo quería decirte lo que me pasa a mí.
—¿Siempre hay que hablar de vos?
—¿Es más práctico estar encerrados todo el día hablando de lo que quieren otras mujeres?
—¿Qué querés decirme? Dale que no tengo más tiempo.
—Los problemas que tenemos para entendernos.
—Ustedes arman un bloque contra nosotros, pero ojo que les va a venir el revés.
—Mirá el que no era violento.
—No tengo problema con la violencia, mirá la violencia de los más civilizados, al menos nosotros tiramos un chancho de un helicóptero a una pileta de un country, acá los propietarios de pabellones de provincia con edad para merecer una trombosis te meten un tiro en la frente.
—Tampoco se trata de no poder decirnos lo que no está bien en nuestra pareja porque vos seas machista.
—Ay por favor qué vergüenza.
—Una cosa más que no está bien en la pareja.
—¿Qué otra cosa no está bien en la pareja?
—Dejá, nada, no hay problemas en esta pareja.
—Estoy harto de hablar de la pareja, estoy harto de la importancia que se le da a la pareja. Pareja, pareja, pareja. ¿No hay nada más interesante para hablar que la pareja?
Ariana Harwicz nació en Buenos Aires en 1977. Es una de las figuras más radicales de la literatura argentina contemporánea, con una prosa caracterizada por la violencia, el erotismo, la ironía y la crítica directa de los clichés que rodean las nociones de la familia y las relaciones convencionales. Su primera novela, Matate, amor (2012) fue publicada en inglés en 2017 bajo el título Die, My Love y fue preseleccionada para el Premio República de la Conciencia 2018, nominada para el Primer Premio del Libro en el EIBF 2017, la lista larga para el Man Booker International 2018 y BTBA 2020. Escribió tres novelas en una “trilogía involuntaria” sobre la maternidad y la pasión, Matate, amor, La débil mental y Precoz, editadas por Mardulce en Argentina y otras ediciones en Latinoamérica. Su cuarta novela, Degenerado, fue publicada por Anagrama en 2019. Sus novelas fueron adaptadas al teatro en Argentina, Israel y Ecuador. Sus relatos aparecieron en medios como Granta, Letras Libres, Babelia, y The White Review, entre otros. Sus libros fueron traducidos a quince idiomas, entre ellos inglés, alemán, italiano, francés, portugués, árabe, hebreo, turco, rumano, griego y polaco. Ariana Harwicz vive en el campo en Francia desde 2007.
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