El merecido homenaje a un disco clave de la democracia
Barbarita Palacios y Javier Casalla realizaron un concierto dedicado a De Ushuaia a La Quiaca acompañados por su grupo e invitados. Como broche, se sumaron los homenajeados León Gieco y Gustavo Santaolalla, en un emocionante cierre junto a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Por Andrés Casak
“Este disco fue muy importante para la democracia. Gracias a Gieco y Santaolalla por toda la enormidad que hicieron por el pueblo argentino”. Cuando promediaba el concierto, la cantante Barbarita Palacios puso en palabras el clima que se respiraba en la atmósfera: la conmovedora idea de rescatar un proyecto genuino, experimental y de vanguardia que marcó un punto de inflexión en la música del país y que le dio una dimensión federal a la cultura de la renaciente democracia argentina.
Recordemos brevemente: hacia mediados de la década de 1980, León Gieco, Gustavo Santaolalla y un equipo de veinte realizadores y técnicos salieron a grabar en los lugares más recónditos del país junto a los autores e intérpretes de cada región. Con el aporte fundamental de Leda Valladares, el proyecto abrió las puertas a las músicas populares e hizo trascender a iconos provinciales y a maravillosos artistas desconocidos en todo el país.
Tal vez por eso, el concierto –realizado en el marco del ciclo Discos Esenciales de la Democracia: 1983-2023 y el Festival Democracia e Imaginación Política en América Latina de Proyecto Ballena– convocó a una auténtica multitud que desde temprano hizo fila para estar en una noche que se anunciaba histórica, como si cuarenta años después este disco siguiera funcionado como un eslabón entre generaciones, estilos, ritmos, músicas, y como punto de unión de los argentinos. Un proyecto que fue la banda de sonido del país en un momento fundacional de nuestra historia.
Con la dirección artística de Barbarita Palacios y los arreglos y la dirección musical de Javier Casalla, la presentación tuvo tres segmentos bien definidos. En la primera parte, presentaron algunas de las canciones del disco homenajeado –cuatro álbumes, en realidad, de acuerdo a la última reedición que sacó Página/ 12 en 1999– junto a Nicolás Rainone en bajo sintetizado, teclados, guitarra y voz; Juan Manuel Ramírez en batería electrónica y accesorios; María Pien en guitarra acústica, charango y voz; Lucero Carabajal en bombo legüero, batería electrónica, glockenspiel y accesorios; Milagros Caliva en bandoneón; Sergio Wagner en trompeta y corno; Santiago Castellani en tuba y trombón, y Laura Urteaga en violín.
Así, sonaron obras de autores clásicos y temas compuestos por Gieco como “Esos ojos negros”, “Don Sixto Palavecino” (la hermosa canción que Gieco le dedicó al “violinisto sachero”, tal como él se definía), “Chacarera del violín”, “Por el camino perdido”, “Príncipe azul” (en una deliciosa versión de la canción de Eduardo Mateo y Horacio Buscaglia cantada por María Pien), “Para Pete” y “Cola de amor”, con todo el Auditorio Nacional entonando a viva voce los versos de Gieco: “Para poder seguir tengo que empezar todo de nuevo. / Un canto libre para la luna y para vos. / En una orilla todos los días descansarán /y con un sueño en un lugar / te espero”.
Luego, llegó el momento de los invitados. En voz y caja, la cantante catamarqueña Nadia Larcher hizo una desgarradora versión de la vidala “No sé qué tienen mis penas” y se sumó Barbarita Palacios para interpretar a dos voces “Vidala del monte”.
Otra de las protagonistas de este segmento fue Luciana Jury, quien, acompañada por la pianista Noelia Sinkunas, realizó un vibrante homenaje al Cuchi Leguizamón con su personalísima interpretación de la zamba “Maturana”. También destacó su versión de “En la frontera”, cantada a dúo con Barbarita, un tema que Gieco grabó originalmente en la Patagonia con la artista trasandina Isabel Parra –autora del tema e hija de la enorme Violeta Parra– cuando ella todavía no podía regresar a Chile exiliada por la dictadura pinochetista.
La cantante Laura Ros también participó como invitada con “Carito”, en un pasaje que culminó con la proyección en pantalla gigante de fragmentos de De Ushuaia a La Quiaca, con la presencia clave de Leda Valladares como faro del proyecto, el recuerdo de la coplera tucumana Gerónima Sequeida y las voces de cientos de chicos de colegios cantando bagualas en un anfiteatro natural de Tucumán.
Para el final, quedaban una serie de sorpresas: los homenajeados León Gieco y Gustavo Santaolalla se sumaron al concierto. Gieco adelantó que el año próximo, cuando se cumplan cuarenta años de este proyecto, planea un concierto especial. “Ya tenemos la base”, bromeó. Y Santaolalla, visiblemente emocionado, aseguró que “me hicieron piantar un lagrimón con todo lo que tocaron”. Luego interpretaron “De Ushuaia a La Quiaca”, “Canto en la rama” y el tradicional “Yo vendo unos ojos negros” con todo el grupo, en una celebrada versión.
Pero todavía habría otro momento fuerte: largamente ovacionadas por los espectadores, Nora Cortiñas y Estela de Carlotto subieron al escenario junto al ministro Tristán Bauer para entregarles a Gieco y Santaolalla unos cuadros con la estampa de los pañuelos, símbolo de la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La fiesta colectiva culminó con el público conmovido en un torbellino emocional hasta las lágrimas, cuando en el cierre fuera de programa León Gieco improvisó a capela “Como la cigarra”.
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