“Es un espectáculo pensado y creado para el Palacio Libertad”
Con gran repercusión, la comedia policial El misterio de la carta escondida continúa presentándose los miércoles de octubre y sumó una nueva función para el 5 de noviembre. Su director Nacho Medina habla de esta obra interactiva, que propone un recorrido por diferentes espacios.
En el Palacio Libertad, los espectadores pueden disfrutar de una propuesta teatral muy original: El misterio de la carta escondida es una comedia policial interactiva en la que tanto el público como los personajes se encuentran envueltos en un peligroso juego de intriga y suspenso. A diferencia de los escenarios tradicionales, la obra –que se está presentando los miércoles de octubre con gran suceso y ahora agregó nueva función para el 5 de noviembre– utiliza un sector del área histórica del edificio como espacio escénico y lo convierte en parte integral de la narrativa, en la cual el público se mueve y sigue a los personajes, para ser partícipe de la historia y vivir una experiencia auténtica y singular.
Con dirección y puesta en escena de Nacho Medina y textos de Marisé Monteiro, la obra transporta al espectador al Buenos Aires del 1930, cuando en el emblemático edificio del centro cultural funcionaba el Palacio de Correos y Telecomunicaciones. Según explica el director, El misterio de la carta escondida fue pensada para ser representada exclusivamente en el Palacio Libertad. “En lugar de usar uno de sus múltiples espacios en los que se brinda teatro, muestras o conciertos, quisimos que este bellísimo edificio se aproveche y disfrute con un recorrido teatralizado, para así conocer su historia y todos los imponderables que se tuvieron que atravesar para su construcción”, explica.
Director teatral y compositor musical, Medina lleva más de cincuenta obras estrenadas, entre las que se destacan sus puestas de sitio especifico y de teatro musical en todo el país y en España. Desde hace quince años trabaja con la autora Marisé Monteiro en múltiples espectáculos, contando historias en el mismo lugar donde sucedieron y teniendo como escenografía el espacio real. En esta oportunidad, con El misterio de la carta escondida, agrega un nuevo desafío: en una carrera contra el tiempo, nada es lo que parece y nadie puede confiar en nadie porque, hasta revelar el enigma, cualquiera de los presentes podría ser el asesino.
¿Cómo definís a El misterio de la carta escondida?
La definiría como una obra teatral de sitio específico interactiva, para resumirlo en pocas palabras, ya que considero que es un espectáculo que tiene muchos condimentos. Los espectadores ingresan aceptando el acuerdo de hacer un viaje en el tiempo hacia el Buenos Aires de 1930. Para que esto sea posible tienen que llevar consigo una carta que les entrega uno de los personajes, a modo de contraseña. En este viaje recorren el hall central donde se encuentran los mostradores del correo, el museo del primer subsuelo y, en el mismo piso, el sector donde se encuentran los antiguos buzones. Pero en esta obra la interacción tiene el atractivo de que participan siendo parte del conflicto, sucede un asesinato y todos pasan a ser sospechosos. Buscamos que conozcan el edificio y su historia de una manera diferente, adentrándose en él, vivenciando cada sector, siendo parte de una historia que los sumerge en un policial plagado de suspenso, intriga y humor.
¿Cómo surgió la idea de hacer esta obra?
Hace más de quince años que venimos trabajando con Marisé Monteiro, la autora del espectáculo. En este viaje, entre otras cosas, venimos realizando varios espectáculos de sitio específico dentro del marco de La historia en su lugar, contando la historia en el mismo lugar donde sucedió y teniendo como escenografía el espacio real. Queríamos ser parte de la gran programación que viene brindando el Palacio Libertad y pensamos que, en lugar de usar uno de sus múltiples espacios en los que se brinda teatro, muestras o conciertos, aprovechar este bellísimo edificio y que el público disfrute con un recorrido teatralizado, para así conocer un poco de su historia y todos los imponderables que se tuvieron que atravesar para su construcción. Así armamos este espectáculo, pensado y creado para ser representado exclusivamente en el Palacio.
¿Cómo llevaste adelante el proceso de dirección y la puesta en escena?
Tuvimos un lindo trabajo previo a los ensayos con los actores. Varias veces vistamos y recorrimos el edificio, imaginando el mejor recorrido en función de cómo se desarrollaría la acción y pensando cómo aprovechar cada lugar. En el trajín, aparecieron varias complicaciones técnicas a resolver. Teníamos que poner sonido en varios espacios diferentes y ver el mejor mecanismo para accionarlo, dado que ningún dispositivo ni ningún operador están a la vista del público. También debíamos pensar cómo sería la iluminación sin artefactos teatrales y poder generar con estas limitaciones los diferentes climas desde la técnica. Todo esto fue posible gracias a la gran ayuda y predisposición del equipo de Valeria Ambrosio y Pablo Silva, que siempre estuvo colaborando para que podamos brindar un espectáculo diferente, incluso brindándonos utilería y mobiliario para enriquecer el cuento. Y desde ya dándonos la posibilidad de hacerlo.
Ya teniendo en claro el espacio y luego de resolver las cuestiones técnicas, pude en mi caso trabajar en la puesta en escena y en la dirección de los actores. Buscamos trabajar rompiendo la cuarta pared, metiendo al espectador en la obra, siendo parte. Al ser un policial, buscamos personajes que generen cierta duda o desconfianza: ninguno tiene que aparentar ser el culpable, pero todos tienen que ser sospechosos, brindando pequeñas pistas que colaboran o desconciertan en la búsqueda del asesino. Luego, para darle humor, buscamos un código por el cual la acción sea tan desopilante como verdadera.
¿Cómo fue el trabajo con los actores?
El elenco es realmente soñado. Está integrado por Gabriela Bevacqua, Marcelo Albamonte, Matias Corradino, Sabrina Samiter, Fernando Margenet y Pedro Tovo Peyre, todos reconocidos actores y actrices, que manejan el humor y el juego con el público de una manera fantástica. Busqué que sean actores espontáneos y que sepan desenvolverse con fluidez en la improvisación, dado que en cada función la respuesta del público es diferente. Con la mayoría ya había trabajado en otros espectáculos que dirigí, y al resto los convoqué ya que los había visto en otras obras y daban perfectamente para sus personajes. La asistencia de dirección y stage manager está a cargo Augusto Moreno, quien también es una pieza fundamental para el espectáculo sea un reloj y con el timing preciso.
¿Qué sentís en lo personal con que la obra se ofrezca en este espacio histórico en particular?
Me atraía recuperar, al menos en un juego, algo del ritual de tener una carta y llevarla al correo. Por ese motivo, pensamos un espectáculo para todo público, ya que muchos chicos desconocen cómo era el sistema de escribir y enviar una carta y el valor de lo que significaba. Muchas veces veo antes o al finalizar la función a familias explicándoles o contándoles a los más chicos alguna anécdota de alguna correspondencia o cómo era el mecanismo del correo. Es recuperar algo de los tiempos analógicos. El edificio tiene una mística tal, que solo con observarlo ya genera emociones, y siento que el contar la historia en este espacio tan mágico nos invita a percibir la obra con todos los sentidos.
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