125 años del Conservatorio Beethoven, con el Ensamble Concentus BA

Bajo la dirección de Ricardo Sciammarella, el Ensamble Concentus BA presenta un programa especial para celebrar el 125.º aniversario del Conservatorio Beethoven. El repertorio, interpretado con instrumentos originales, incluye piezas de Haydn, Beethoven y Mozart.

Como solista invitado, participa el violinista Pablo Saraví.

Programa

Joseph Haydn (1732-1809)
Sinfonía La Roxelane en do mayor, Hob I: 63 (Segunda versión)

I. Allegro
II. Allegretto “La Roxelane”
III. Menuetto -Trio
IV. Finale. Presto

Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Romanza para violín y orquesta n.º 1 en sol mayor, op.  40
Romanza para violín y orquesta n.º 2 en fa mayor, op.  50

Solista: Pablo Saraví, violín

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Sinfonía en sol menor, K. 550 (segunda versión)

I. Molto allegro
II. Andante
III. Menuetto. Allegretto. Trío
IV. Allegro assai

Notas al programa, por Ricardo Sciammarella

El programa abre con la sinfonía La Roxelane, de Haydn, compuesta para la obra de teatro Soliman III. Esta obra narra la historia de una cautiva pelirroja que, por amor y valentía, asciende a consejera del sultán y llega a decidir sobre la vida y la muerte en su reino. La música de Haydn es puro teatro y sensibilidad, con grandes contrastes de color e intensidad. No hay movimiento lento en esta composición, que algunos consideran parte del Sturm und Drang; todo es acción, sensibilidad y humor.

A continuación, disfrutaremos de las Romanzas para violín y orquesta que Beethoven escribió entre 1798 y 1800. Son obras de juventud, pero no por ello exentas de hallazgos y de un lirismo cantabile propio de su primera etapa. Es posible que estas dos breves romanzas en fa mayor y sol mayor sirvieran como banco de pruebas para obras posteriores que tuvieran al violín como protagonista. Ambas piezas siguen vagamente el estilo rondó, un tipo de escritura muy popular en la época, que Beethoven reinterpreta a partir de las innovaciones haydnianas de los primeros cuartetos y sinfonías.

Para terminar, ofreceremos la célebre Sinfonía en sol menor, K. 550. Mozart compuso sus tres últimas sinfonías en mi bemol mayor, sol menor y do mayor durante el verano de 1788, en el corto lapso de tres meses. No se conoce la razón; aparentemente, no las escuchó en vida, con la probable excepción de esta sinfonía en sol menor, para la que escribió una segunda versión —que ofrecemos esta noche— e incorporó clarinetes, modificando para siempre la orquestación vienesa de la época. En esta obra, Mozart explora la vida y la muerte: el primer movimiento carece de un tema claramente definido y predomina un sol menor angustioso. El menuet funciona como anti-menuet; el trío ofrece una breve canción paisana con métrica difusa. El finale comienza con una danza francesa —una bourrée— que luego evoluciona hacia otros materiales. La obra no concluye con un lieto fine, un final feliz; termina en sol menor, algo inusual para una composición en modo menor de la época. A lo largo de la sinfonía reina el chiaroscuro, con momentos de extrema violencia y descomposición tonal anticipatorios de tiempos futuros. Al mismo tiempo, aparece algo que para el joven Beethoven sería fundamental: la unidad de ideas y el uso profuso del cromatismo.