2001: el caos que fundó un orden

Fotografía: Fototeca ARGRA
Proyectos Especiales

A 20 años de diciembre de 2001, el Centro Cultural Kirchner presenta una serie de actividades especiales orientadas a la reflexión sobre las jornadas aquellas jornadas históricas.

El sábado 18 y el domingo 19, se realiza el espacio de debate 2001, entre la desintegración y la resistencia, una propuesta organizada junto a la Universidad Nacional de Avellaneda con el objetivo de pensar y actualizar los significados de jornadas de 19 y 20 de diciembre de 2001, las enseñanzas obtenidas y los retos pendientes. El sábado, se ofrece el conversatorio “1976/2001 El estallido del modelo” (con Guillermo Wierzba, Mónica Peralta Ramos –vía streaming–, Amado Boudou y coordinación de Paula Klachko); el domingo, “Del quiebre a los nuevos proyectos” (con María Pía López, Ricardo Forster, Hernán Brienza, Federico Vázquez y la coordinación de Alexia Guillermina Massholder) y “Democracias condicionadas” (con Atilio Borón, Dora Barrancos, Stella Calloni –vía streaming–, Raúl Zaffaroni y la coordinación de Marcelo Fabián Rodríguez).

El domingo 19, el ciclo de cortos Cantera ofrece una función presencial con el concepto de “crisis” como articulador. Además del formato habitual de cortometrajes, esta edición especial de Cantera incluye también 2001, Odisea del desastre, un proyecto articulado con el Archivo Histórico RTA para el cual fueron convocados tres artistas que realizaron piezas audiovisuales a partir de archivos de televisión abierta.

Proyecto Filoctetes, la intervención urbanística del artista Emilio García Wehbi que tomó las calles de la ciudad de Buenos Aires en el año 2002 como respuesta estética al experimento neoliberal de la década del noventa, presenta la muestra Archivo Filoctetes: Documentos de una intervención, una exhibición que reúne un corpus documental heterodoxo, clasificado y preservado de las cuatro ediciones de Proyecto Filoctetes realizadas en Buenos Aires, Viena, Berlín y Cracovia entre 2002 y 2008. Puede visitarse de miércoles a domingos, de 14 a 20 h.

En el canal de Spotify del Centro Cultural Kirchner se puede disfrutar de Bizarra: “El Once, una secuela argentina”, capítulo once de la novela teatral sobre la crisis de 2001 creada y dirigida por Rafael Spregelburd que, a través del área de artes performáticas del Kirchner, regresa en formato de podcast de once episodios breves protagonizados por miembros del elenco original, para escuchar desde la comodidad del hogar.

También hay estreno de un nuevo episodio de Flash Back, el ciclo conducido por la periodista Ana Cacopardo que propone una aproximación a memorias sociales silenciadas o marginalizadas. En la séptima emisión del podcast, Cacopardo conversa con Celeste Lepratti, hermana del militante cristiano Pocho Lepratti, asesinado por la policía en Rosario por la policía santafesina durante el 19 de diciembre del 2001. Docente, militante política e integrante de la Asamblea del 19 y 20 de Rosario, Celeste habla de masacre e impunidad política, cuenta cómo se transformó su propia vida y cómo se tejieron luchas y memorias compartidas con los familiares de las demás víctimas.


2001, el caos que fundó un orden

Por Federico Vázquez

Con razón, diciembre de 2001 fue pensado y aún es recordado como un momento de caos puro. Sobran las imágenes caóticas para referirnos a esos días: los 39 asesinatos en las protestas callejeras, la huida en helicóptero de un Presidente, los saqueos en distintos puntos del país, la furia de los ahorristas en los bancos, el centro de Buenos Aires convertido en un campo de batalla, la semana de los cinco presidentes, etc.

Hoy, a veinte años de los sucesos, podemos ver también cómo continuó esa película. Podemos ver qué sucedió con ese país suspendido en el aire. La Argentina, como se temía en esas horas, no se desintegró. De esa convulsión crítica surgió un orden político y económico nuevo. Uno en el que todavía vivimos, y que si bien parece estar dando muchas señales de agotamiento, todavía diseña los contornos del país.

Ese nuevo orden fue posible, claro, por la ruina económica donde nos depositó el final de la Convertibilidad. Pero no fue un reemplazo mecánico o técnico. En diciembre de 2001, cuando la crisis y el fin del modelo eran un hecho, algunas  voces empresarias aparecían muy dispuestas a escuchar  el cantar de la dolarización, entre otras salidas por derecha. Muchas más clamaban por gobiernos tecnocráticos y “sinceramientos de ajustes”. Los círculos rojos de aquella época (casi los mismos de hoy) no hablaban de “más estado” o “es momento de poner plata para los que se cayeron del sistema”. Ni siquiera de desarrollo industrial, o del mercado interno. Pero sin embargo, un poco de todo eso ocurrió. ¿Por qué?

La tarde del 19 de diciembre, De la Rúa pronuncia el célebre discurso que provoca un cacerolazo espontáneo y una marcha nocturna y multitudinaria a Plaza de Mayo. Dice: “Argentinos, culmina un día difícil, han ocurrido en el país hechos de violencia que ponen en peligro personas y bienes y crean un cuadro de conmoción interior”. No se está refiriendo a ahorristas de clase media, sino a los saqueos y cortes de ruta que se multiplicaban en el conurbano bonaerense y otros puntos del país, como el Gran Rosario. Unos días antes, el jueves 13, había ocurrido una huelga general que unificó a las dos CGT y la CTA, algo inusual. A mitad de ese año, en mayo, un joven y desconocido Luis D´elia protagonizó durante dos semanas un corte de ruta en la Matanza con miles de desocupados, que terminó en un pliego de condiciones aceptado por la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, quien tuvo que poner personalmente la firma. Es decir, subía desde abajo, desde los pobres y los trabajadores sindicalizados, un reclamo como no se había visto en muchos años. Las razones sobraban: aumento de la pobreza, desocupación récord, y las últimas medidas a inicio de mes que habían “secado” la calle de efectivo (el famoso corralito). Pero siempre hay “razones”. Lo que aparecía era una voluntad social de no seguir barranca abajo. Quienes todavía tenían trabajo no querían perder más derecho, quienes no tenían trabajo no querían seguir a la intemperie.

Mucho menos perceptible en su momento, las movilizaciones de los días 19 y 20 en Plaza de Mayo también tuvieron como protagonistas a jóvenes que no respondían al mandato desmovilizador y apático de la política de los noventa. El hoy ministro de Interior Wado de Pedro, por ejemplo,  como tantos otros, participó de esa movilización y terminó siendo reprimido en un patrullero. Muchos dirigentes y militantes que hoy ocupan lugares dirigenciales en el peronismo o la izquierda tuvieron su bautismo de fuego callejero en esos días. Pero no se trata de biografías individuales ni estrictamente políticas: también estaban ahí los antepasados de los actuales deliverys: los motoqueros, encargados de hacer trámites y llevar bultos por el centro, en general trabajadores precarizados, que esos dos días se convirtieron en héroes instantáneos de los manifestantes de a pie porque podían hacer retroceder a la policía montada.

La frase, que posiblemente surgió un poco después, en las semanas tumultuosas que siguieron al 19 y 20, de “piquete y cacerola la lucha es una sola”, hoy puede ser recordada con candor nostálgico o directamente cínico. Pero existió. Y tuvo el sentido de mostrar un momento -breve, pero definitorio- donde los intereses y las subjetividades de los de abajo y los del medio, se fusionaron. Después, ambos caminos volverían a separarse.

En los años posteriores se cometió un error de lectura sobre el 19 y 20: todo había terminado en unas asambleas barriales o grupos autonomistas que buscaban una democracia participativa que no prosperó, como era obvio.

Por supuesto, esas experiencias no tuvieron mayor relevancia. Pero no se podría decir lo mismo del cobro de retenciones a los exportadores de materias primas, o de los inicios de los planes sociales para millones de personas. Ambas cuestiones, esos nuevos ingresos estatales y esos nuevos gastos para sustentar la vida de los más pobres, habían estado completamente ausentes en el período anterior.  Y sería un poco ingenuo pensar que podrían haber ocurrido sin las movilizaciones de diciembre de 2001.

No casualmente, 20 años después, seguimos discutiendo tanto esos ingresos del estado, como esos egresos en inversión social (en el caso de los planes, tendrían una transformación y ampliación durante el kirchnerismo con la AUH o las jubilaciones cuasi universales).

De la misma manera que cuesta imaginar la decisión política de estatizar los fondos de pensión de 2008 sin la previa de una clase media rugiendo de bronca frente a los bancos.

Podríamos ir un poco más allá: los primeros años del kirchnerismo no tuvieron la impronta de movilización y militancia que aparecería después, pero en cada medida de tinte progresista que tomó ese gobierno yacía implícitamente un aviso a los poderes fácticos. “Es esto, o veansela con otro diciembre con la gente en las calles”. Esa ubicación incómoda,  de tensión y negociación, que lleva el sello inconfundible del peronismo originario.

Esa amplitud de los márgenes de lo posible abiertos por la movilización de los de abajo y los del medio, juntos aunque no revueltos, no era solo económica o social. Los caballos sobre los cuerpos de las madres de Plaza de Mayo en la represión del día 20 -mostradas en vivo por la televisión-, señalaron hasta qué punto los derechos humanos no eran un tema saldado de la democracia. Otra agenda, que no casualmente se retomaría después de 2003.

El 19 y 20 fueron jornadas caóticas, violentas y angustiantes pero que no se limitaron a escenificar el fin de una época. No fue un mero  teatro del desastre. Esos días intensos fundaron el orden democrático posterior que, maltrecho y siempre en tensión, aún nos cobija.


Agenda

Sábado 18 de diciembre, 15:30 h - Sala Federal: “1976/2001 El estallido del modelo”, conversatorio con Guillermo Wierzba, Mónica Peralta Ramos –vía streaming–, Amado Boudou y coordinación de Paula Klachko

Domingo 19 de diciembre, 15:30 h - Sala Federal: “Del quiebre a los nuevos proyectos”, conversatorio con María Pía López, Ricardo Forster, Hernán Brienza, Federico Vázquez y coordinación de Alexia Guillermina Massholder

Domingo 19 de diciembre, 17 h - Auditorio 612: Cantera: 2001, Odisea del desastre, proyección de cortometrajes en torno a la crisis de 2001

Domingo 19 de diciembre, 18 h - Sala Federal: “Democracias condicionadas”, conversatorio con Atilio Borón, Dora Barrancos, Stella Calloni –vía streaming–, Raúl Zaffaroni y la coordinación de Marcelo Fabián Rodríguez

Miércoles a domingos, 14 a 20 h - Salas del primer subsuelo: Archivo Filoctetes: documentos de una intervención, muestra sobre Proyecto Filoctetes, de Emilio García Wehbi

Disponible en Spotify: Bizarra: “El Once, una secuela argentina”, podcast de Rafael Spregelburd

Disponible en Spotify: Flash Back: episodio 7 con Celeste Lepratti


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